EUROPA
PRESS
3 diciembre
2018
De
qué manera el cerebro puede ayudarnos a la hora de adelgazar
Hay que preparar el cerebro para
conseguir un peso justo y duradero. "Adelgazar tiene que ser consecuencia
de un reequilibrio metabólico global, no sólo de un plan de alimentación. El
sistema nervioso, el mental y las emociones se ven implicados en cualquier
proceso de pérdida de peso, como demuestran las neurociencias".
Así lo defiende el médico especialista de la red de
hospitales de París Yann Rougier
en 'Entrena tu cerebro para adelgazar' (La Esfera de los Libros), un manual en
el que explica el papel esencial que tiene para el proceso de adelgazamiento el
desequilibrio en la producción de dos neurohormonas,
la dopamina y la serotonina.
En concreto, la dopamina se fabrica principalmente en el
cerebro y está relacionada con los sistemas de recompensa y gratificación. Se
ha comprobado que las personas obesas tienen menos receptores de dopamina en el
cerebro y suelen comer más para estimular los circuitos cerebrales de placer.
Mientras, la serotonina, también conocida como la hormona de
la felicidad, es un neurotransmisor puede regular nuestro estado de ánimo y
nuestro apetito. Se pueden aumentar sus niveles de forma natural.
"Como la mayor parte de candidatos al adelgazamiento,
usted está sin duda convencido de que adelgazar es lo mismo que perder peso en
su cuerpo. Esta idea única de la delgadez, por no decir esta casi obnubilación,
ha dominado los medios de comunicación y los ámbitos científicos durante los tres
últimos decenios, hasta el punto de enraizarse profundamente en todas las
mentes e incluso en las conciencias", advierte el especialista.
Sin embargo, asegura que las conclusiones más recientes de
las investigaciones en neurociencias aplicadas demuestran que no tiene nada que
ver. "Ya sea el 'programa X' o el 'método Y' el que haya adoptado para
adelgazar, su sistema está abocado al fracaso si se contenta con centrarse en
los errores alimenticios que le han conducido a acumular kilos superfluos",
defiende el especialista apasionado de la nutrición.
Según defiende, a la vista de los nuevos indicios
científicos que han aparecido, modificando radicalmente la visión de las causas
del sobrepeso se podrán modificar los efectos sobre su metabolismo. "Desde
hace más de medio siglo, innumerables regímenes y métodos de adelgazamiento han
invadido y saturado los medios de comunicación, y sus resultados duraderos (a
largo y medio plazo) brillan por su ausencia: régimen hipocalórico o hiperproteico, régimen disociado o monodietas.
Hay más de 17.000 enlaces de regímenes en Internet, afirmando una cosa y la
contraria. ¡Alucinante!", subraya Rougier.
A su juicio, la experiencia dice que todos estos enfoques
acaban siendo a menudo desequilibrantes, "a veces agotadores física y
moralmente", y en buena parte incluso "peligrosos". Además,
sostiene que a menudo comportan una recuperación de peso superior a la pérdida
conseguida con tanto esfuerzo, "el tristemente célebre efecto
yo-yo'".
Así, y continuando con su teoría, tienen lugar estos
fracasos sistemáticos porque la pérdida de peso duradera no se limita a la
modificación (infinita) de la alimentación, combinada con un poco de ejercicio
físico.
"La delgadez no es solamente una cuestión de sistema
digestivo, de metabolismo alimenticio y de opciones nutricionales.
Fundamentalmente, el aumento de peso y por tanto su control, implican también a
nuestro sistema nervioso, nuestra mentalidad y nuestras emociones. Esto es lo
que demuestra de manera irrefutable la investigación en neurociencias, aplicada
a la ingesta alimenticia. He llegado a la convicción de que el verdadero
control de peso concierne a la totalidad de su ser", sostiene.
Es más, indica que cada vez que se lleva un alimento a la
boca, se hace bajo la influencia de una cascada de neurotransmisores que
"se abren paso a codazos" a cada segundo, en los meandros del
cerebro.
Cómo el
pensamiento interfiere
"Ahora bien, esos mismos neurotransmisores son también
esclavos dóciles de sus pensamientos y sus emociones. Lo cual explica por qué
sus emociones mal gestionadas y sus pensamientos recurrentes (a menudo debidos
al estrés y a diferentes presiones inevitables que soporta en su vida)
interfieren en su comportamiento alimenticio y en su metabolismo, haciendo
fracasar la práctica totalidad de regímenes adelgazantes, desde los más
clásicos a los más disparatados", resalta.
Mucho antes de estar en el cuerpo, Rougier
advierte de que el sobrepeso está integrado en el cerebro endocrino (el que
gestiona el equilibro de sus neuronas) como estado normal, incluso óptimo.
"Su peso ideal está así mentalmente desfasado, o más exactamente desviado.
Mientras esta creencia (errónea sin duda) no se corrija, todos sus intentos de
perder peso seguirán condenados al fracaso", lamenta.
Según reitera, para perder peso de forma duradera se debe,
en primer lugar, desprogramar estos esquemas distorsionados de su cerebro,
después reequilibrarlos y, finalmente, establecerlos como duraderos. "Para
que su cuerpo se despoje de los kilos que ha acumulado, en primer lugar, debe
recrear en su consciencia, más que en su mente, un espacio adelgazante que
luego será adoptado por todo su metabolismo. Inmediatamente, todo el concepto
de delgadez, eso que parecía hasta entonces muy complejo y muy laborioso, se simplifica",
indica el experto.
Rougier insiste en que el aumento de
peso se convierte en el síntoma banal de un desequilibrio neurometabólico
global, y destaca que es así como hay que abordarlo. "Nuestro metabolismo
energético, digestivo y adipocitario (el almacenaje
de grasas sucede en los adipocitos) interactúa de
forma permanente con la manera como pensamos, vivimos nuestras emociones,
respiramos, nos nutrimos, y gestionamos nuestros desechos (toxinas,
contaminantes, entre otros)", concluye.